Cardinal Acupuntura

Reservar cita

DOLOR // Una reflexión acerca del deseo de volver a la medicina natural.

Alejandro / /
Sin categoría

A lo largo de casi diez años de experiencia clínica en distintos lugares del mundo he podido observar todo tipo de manifestaciones y formas de relacionarse con el dolor. He de decir que, al margen de enfermedades de urgencia, con acupuntura he obtenido resultados muy satisfactorios en el tratamiento de todos ellos. Inclusive dolores de origen emocional.

El dolor físico puede desaparecer de inmediato con los primeros pinchazos o atenuarse paulatinamente a medida que avanza la sesión. No importa tanto su localización o sus características, como la forma en la que apareció y cuánto tiempo lleva instaurado.

Sin embargo, no quisiera hacer de esto un mero artículo promocional sino algo a partir de lo que podamos reflexionar si nuestros deseos son tratarnos con medicina natural o algo mucho más profundo, que esta, empiece a formar parte de nuestra realidad cotidiana.

El dolor es para mí algo semejante al fuego. Ambos se componen de distintos elementos sin importar la parte del mundo en donde tenga lugar, pero hay uno de sus componentes que siempre capta la atención de cualquiera que lo contemple. En el caso del fuego este elemento es la llama y en el caso del dolor es la sensación que todos los pacientes comparten. Tanto el dolor como una llama, son cosas que todos conocemos pero que a cualquiera le resultaría complicado describir con precisión. Me gusta emplear este paralelismo ya que a donde quiero dirigir la atención es hacia el hecho de que ambos fenómenos están siendo tratados de forma similar en las sociedades postmodernas. 

Primeramente hemos de ser conscientes que a lo largo de los años se ha ido instaurando en las mentes de las personas una idea particular acerca del dolor. Me atrevería a decir que existe todo un apartado cultural relacionado con este fenómeno el cual ha ido, muy poco a poco, modulando nuestra psique hasta el punto de establecer una relación verdaderamente interesante entre el dolor y los modelos de desarrollo basados en la producción.

Podríamos considerar que la sensación del dolor ha prevalecido de la misma forma que lo ha hecho el fuego. Es decir, la sensación de dolor no ha cambiado en absoluto en cuanto al físico de los seres humanos. Sin embargo, esta asociación con el hombre primitivo está quedando totalmente desfasada con la evolución de un hombre que va perdiendo cada vez más contacto con su lado instintivo.

Sea cual sea nuestra cultura podemos estar de acuerdo que el dolor debería ser interpretado como un mensaje. Sin embargo, en la sociedad de producción en la que la mayoría vivimos, este  mensaje es constantemente reprimido en favor de una idea particular de progreso.

Si verdaderamente tenemos el deseo de trabajar con medicina natural tenemos que abrirnos a mantener un diálogo con el dolor. Y no me refiero a volver al discurso católico de soportar el sufrimiento, sino a saber interpretar el dolor porque nos está hablando de lo que sucede en nuestro cuerpo.

En numerosas ocasiones llegan personas a mi consulta que se asustan por el dolor o la enfermedad. Para muchas de ellas, ambas cosas son algo alarmante que les sume en un estado de inconsciencia y temor. 

Por ello, uno de los trabajos complementarios que me gusta hacer es introducir a las personas en una nueva forma de mirar su vida y también sus padecimientos. Para que puedan convertirse en conocedores de su cuerpo y tomar decisiones sin dejarse llevar por el miedo. 

La complejidad de ciertas áreas de la medicina y algunas costumbres sanitarias nos ha hecho creer que no sabemos nada de nuestros procesos fisiológicos y esto nos hace desconocedores de las señales claves par entender cuando hemos de preocuparnos y pedir ayuda o por el contrario basta con hacernos cargos de un proceso y crecer con el aprendizaje. 

«El dolor es una de la formas de diálogo de nuestro cuerpo, la cual llevamos siglos silenciando»

Si bien el dolor es totalmente subjetivo y no tiene sentido establecer ciertas comparaciones entre individuos y dolor, tenemos que partir de la base siguiente; grave es grave, tolerable es tolerable. Puntual y pasajero es una cosa y recurrente y permanente otra. Necesitamos emplear un lenguaje que nos acerque y no que nos distancie. Por ello recomiendo que empecemos a darnos cuenta de que, en términos de salud, existen ciertos valores que nos ofrecen garantías.

Lo primero será siempre la honestidad. Es decir, he atendido a personas que dicen tener deseos de integrar la medicina natural pero realmente no son conscientes de lo que ello supone. La naturaleza es una entidad poderosa con leyes que uno ha de conocer. La más importante es la siguiente «su generosidad es infinita pero siempre reclama lo que se le debe».

Por ello muchas personas necesitan de un acercamiento paulatino para poder asumir hasta dónde desean comprometerse con ella sin sufrir.

Partiendo de este principio hagámonos esta pregunta : Tiene sentido sostener un dolor grave? Tiene sentido pedir ayuda por un dolor leve? Depende… vamos con la siguiente.

Tiene sentido que tengamos que enfrentar un dolor recurrente? Es normal que sintamos dolores puntuales? 

No podemos resolver estas preguntas por este medio, pero lo que sí puedo asegurar es que con un trabajo de observación, estas preguntas no generan duda alguna.

Me permito hablar de una anécdota personal que recuerdo perfectamente. Mi padre fue durante varios años enfermo cardiópata por motivo de un infarto agudo de miocardio (ataque al corazón). Él mismo acudió al hospital para que le trataran y llegó a tiempo porque respondió correctamente a las preguntas anteriores. Recuerdo perfectamente lo que él me dijo:  “Cuando te duele el brazo porque tu corazón está infartando, reconoces sin lugar a dudas, que algo va mal”

Esta enseñanza de mi padre es una de las claves de los fundamentos de la naturaleza a los cuales me refiero. 

En su caso esos fundamentos estaban representados por unas nociones básicas de fisiología y una buena relación con el dolor y su cuerpo. Es cierto que la gravedad es algo más sencillo de reconocer, pero vale la pena llegar a un entendimiento más afinado sin que sea necesario llegar a una intensidad tan alarmante.

El cuerpo no miente. Sin embargo, lleva gravados infinidad de mensajes «erróneos»

Tengamos en cuenta dos caras de esta moneda. Si uno omite el dolor y tan solo pretende que desaparezca o sigue la misma estrategia con su cuerpo porque no le trae más que problemas, pesares y cosas desagradables, corre el riesgo de entrar en un proceso de disociación importante. 

Por otro lado, he escuchado muchas veces la frase de “el cuerpo es sabio y prefiero escucharlo”. Entiendo perfectamente el sentido de tal afirmación y en gran parte estoy de acuerdo. Sin embargo, he visto un gran número de personas empleando su cuerpo como excusa para evadir procesos de sanación e incluso terapeutas errar un diagnóstico por usar exlusivamente la información del cuerpo de sus pacientes. 

El cuerpo guarda infinidad de memorias, muchas de ellas instauradas en forma traumática mediante asociaciones complejas que pueden llegar a manifestarse en un momento concreto, distanciado del origen del conflicto, creando gran confusión.

Es necesario dedicar atención a conocerse y relacionarnos con el dolor supone una experiencia a partir de la cual uno puede identificar perfectamente si aquello que le está pasando es grave y tiene que ir al hospital, o se trata de algo perfectamente natural en el modo de proceder de su cuerpo.

Mi experiencia clínica y personal me demuestra que las tendencias patológicas y los síntomas que uno manifiesta, suelen ser recurrentes con pequeñas variaciones. Esto nos ofrece la oportunidad de relacionarlos con acontecimientos de nuestro día a día que se repiten cíclicamente, o formas de reaccionar que nos llevan a conflictos cíclicos.

La aceptación de ciertos procesos hace de cada experiencia algo intimo y personal, de lo cual uno puede recabar cada vez información más fiable hasta el punto en el que el miedo se transforma en consciencia para actuar de forma acertada e inclusive prever la evolución de los procesos patológicos.

Como todo en la vida, mantener nuestra salud por medio de procesos naturales requiere paciencia, constancia y destreza. Por lo que nadie debería pretender cambiar radicalmente de un paradigma médico a otro sin consecuencias. Los fármacos y la medicina hospitalaria tienen su modus operandi y el cuerpo y la mente se adaptan a ello de forma profunda. ES UNA LOCURA retirar una medicación sin pretender que haya consecuencias, algunas de ellas graves. Mucho más si esta está cronificada.

Sin embargo, no se trata de eso. La medicina natural tiene unos tiempos en los que uno aprende a relacionarse tanto con la vida y sus complicaciones, como con las consecuencias que esto conlleva en nuestro cuerpo y mente. Pero no podemos pretender que vivir de forma natural sea tan indoloro como se pretende en una sociedad de producción en la cual uno tiene que estar al pie del cañón sin importar lo que sucede en su cuerpo.

Los procesos patológicos evolucionan paralelamente al nivel de consciencia de las personas. La comprensión de los principios básicos de la naturaleza y de las relaciones de nuestro cuerpo y nuestra mente nos acercan al bienestar y nos alejan del sufrimiento y las enfermedades no naturales.

Por este motivo se habla de la medicina natural como una forma de trabajo preventiva en la cual el paciente acude al consultorio como una persona sana con pequeños desequilibrios o molestias.

En caso contrario, si existe una problemática acumulada durante años tendremos que plantear una estrategia a largo plazo y comprender que en ese tiempo en el que se tratará de recuperar el máximo de salud posible, se transitarán con toda seguridad, fases más o menos cargadas de síntomas producidos por un cuerpo que lucha por recuperar la salud.

NOTA ACLARATORIA Por mi forma de trabajar no tengo problema alguno en atender tanto a pacientes que deseen tratamientos puntuales de medicina natural, como aquellos que quieran convertirla en su forma principal de mantener su salud. Sin embargo, han de saber que soy totalmente partidario tanto del uso de las instituciones sanitarias públicas, pues ellos disponen de los medios necesarios para abordar cualquier emergencia que pueda derivar de un proceso terapéutico profundo. Así como del uso de fármacos cuya acción es de gran utilidad en acontecimientos decisivos que puedan presentarse de forma repentina en la reversión de patologías instauradas en la historia clínica de un paciente.

Agradecimientos y menciones

GUSAKOVA, Natalia ( foto Cabecera )